Una 1 de cada 3 niños en nuestro país tiene sobrepeso y 1 de cada 10 niños padece obesidad infantil. Este es un problema de salud realmente grave para los pequeños y para su futura vida adulta. En este artículo hablaremos sobre los causantes de la obesidad infantil.
Este problema, el de la obesidad infantil, puede afectar aún más gravemente a los niños en su edad adulta. Haber crecido con problemas de sobrepeso puede traducirse en muchos problemas de salud posteriores que debemos tratar de esquivar. Hablamos de problemas problemas de corazón, diabetes, problemas en el hígado, en el aparato locomotor, etc.
Factores genéticos
Aunque son muy importantes para determinar la asimilación de los nutrientes y el metabolismo en el menor, a veces señalamos a que se debe un problema genético como algo que es imposible cambiar. Si bien requiere mucho esfuerzo y sacrificio, los genes no determinan el estado del menor sino la predisposición al sobrepeso u obesidad.
Aunque los factores genéticos ayuden, el problema a veces viene de una dieta que le proporcionan sus padres. Probablemente ellos también estén teniendo problemas de salud debido a su propia dieta. No se debe confundir el hecho de que los padres tengan sobrepeso y los hijos también con que sea un tema de genes. Lo más fácil de heredar son los malos hábitos.
Dieta
Un factor determinante para este problema de salud es la dieta. Si bien las formas de mantener una dieta equilibrada y saludable pueden ser muy variadas, estos niños suelen caer en ciertas dinámicas alimenticias que son muy significativas:
- Grasas: Una dieta con prevalencia de los alimentos grasos es algo común en los niños que padecen obesidad infantil.
- Carne: Comer carne puede ser algo bueno, sin embargo, cuando se convierte en algo rutinario el efecto es contraproducente. El pescado, por ejemplo, es muy buen sustituto de la carne en la dieta y ayuda a mantener una dieta equilibrada debido a la gran cantidad de nutrientes
- Bollería industrial: Tanto la bollería industrial como todos los tipos de grasas saturadas ayudan en gran medida a la rapidez con la que el menor asimila esos kilos de más. Prescindir de este tipo de alimentos en la medida de lo posible siempre será muy positivo.
Cambiar la dieta es algo más difícil de lo que puede parecer sin afrontar el problema. Conlleva mucho esfuerzo y para una persona adulta más aún. Y aunque la determinación del menor para adelgazar por razones de salud no sea tan significante como la de sus padres, inspirarle otra forma de disfrutar la comida es algo bueno. Enseñar a tu hijo a disfrutar de la variedad y los sabores saludables antes que por la bollería industrial es algo que en el futuro agradecerá mucho.
Uno de los factores que ha hecho aumentar la obesidad infantil en países de nuestro entorno ha sido precisamente el hecho de que entre los jóvenes europeos se haya impuesto el «fast food» estadounidense por delante de la gastronomía local.
Hábitos
Se suele decir que el hábito no hace al monje. No obstante, en este caso, los malos hábitos en la rutina de un niño son la guinda a un pastel nada saludable. El sedentarismo y la falta de actividad deportiva son factores que ayudan a que un niño no pueda quemar las calorías necesarias para mantener un equilibrio estable en su metabolismo.
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